Fomento lector para no lectores

11.6.18

Hola estimades, estoy algo seca de material (el habitual y aburrido I MEAN) porque ya estoy a punto de salir de vacaciones de invierno, además volvimos hace poco de una toma universitaria (feminista 💝) y nos estamos poniendo al día con la vida entera. Sin embargo como no estoy dispuesta a abandonar esto, les quería compartir un ensayo que tuve que hacer para mi cátedra de Fomento Lector. Si es que lo leen y no les da la flojera máxima, notarán que obviamente los ustedes NO son el público objetivo, así que tengan eso en cuenta porfis. Espero lo disfruten.
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FOMENTO LECTOR PARA NO LECTORES:
TODOS LEEMOS PERO NADIE NOS ESCUCHA

Belén Guzmán Araya, Gestión de Información, Bibliotecología y Archivística
Universidad Alberto Hurtado

Absolutamente todos leemos. Chile tiene un nivel de alfabetización del 97,5%, una de las más altas a nivel de Latinoamérica y sin embargo está calificado como uno de los países que menos lee por voluntad propia, según índices de un estudio que realizó la Unesco en el 2012. Si bien lo ideal es que el hábito lector se inculque desde la primera infancia acercando a los niños al libro para que lo reconozcan como un objeto que los acompañará el resto de sus vidas, no todos los lectores partieron desde esa base. Muchos son los jóvenes que en la adolescencia y gracias a profesores o algún otro tipo de moderador se motivaron con la lectura que desde ahí no pararon; y son estos mismos jóvenes los más críticos con las formas de fomentar la lectura que se imparte en los colegios. Son ellos los que no están de acuerdo con las lecturas complementarias y discuten con sus profesores que les responden con excusas como: “es cultura general haber leído La Odisea”, pero no se repara en el daño que podría causarle a una persona leer literatura griega sin conocer absolutamente nada de los griegos ni tener tampoco algún previo interés. Es común que los profesores, sobre todo en enseñanza media, cuando los alumnos se transforman en personas difíciles de tratar y están desarrollando actitudes más bien rebeldes, vean a los adolescentes como bestias indomables incapaces de saber qué es lo que quieren, y si bien algo de cierto puede que esa afirmación tenga, la verdad es que pocas son las instancias en donde los profesores se dedican a escuchar que es lo que los jóvenes quieren. No se trata de consentirlos, sino de escucharlos y hacer algo al respecto; para los adultos profesionales es normal creer saber qué es lo mejor para aquellas personas en formación, pero, nuevamente, pocos son los que se toman el tiempo de atender sus demandas.

Basándonos en un estudio práctico que realizó la profesora Isabel Gallardo Álvarez (2006), en dónde se les preguntó a 50 alumnos de un colegio de Costa Rica las razones de porqué no leían, un 54% admitió que era por aburrimiento, y el resto de respuestas se relacionaban con una falta de interés por la lectura en general, como que intimidaba la cantidad de páginas, que no interesaba la historia o que no se comprendía, no se entendía el vocabulario… en fin, evidencia de la lejanía entre los alumnos y los libros era abismal. Si bien la muestra de estudio es pequeña, es bastante aplicable a cualquier otro salón de un colegio chileno, pues la tasa de alfabetización en Costa Rica es de un 97,8%, y por lo tanto se puede asumir que los niveles de acceso a la lectura son similares. Isabel Gallardo dice:
“De acuerdo con mi experiencia, existen dos caminos para hacer que el alumno de hoy se acerque a los libros. El primero es el que se está aplicando actualmente. Una selección de obras hecha por expertos en la literatura, donde se escogen determinados textos para que los adolescentes lean obras importantes dentro de la literatura universal, que representen un movimiento específico, una época, un estilo o un género literario particular. (...) El otro camino es enseñar a los estudiantes a leer, a disfrutar los textos, a hacerlos suyos y para buscar un diálogo con el texto. Esto se lograría mediante la escogencia de literatura que presente temas que los atraigan, con los que logren identificarse y que puedan constatar con la realidad que los rodean, acordándonos que la cultura audiovisual de la época ha educado al joven en lo inmediato, lo tangible y lo conocido.”
Por un lado, su primer método es bastante poco ortodoxo y es también uno de los más utilizados por profesores, y el segundo aunque podría parecer mejor, de todas formas esconde la idea de que el profesor sabe exactamente lo que sus alumnos necesitan cuando evidentemente no es así. En los intentos de “transmitir” ese amor por los libros y comunicarle al mundo lo maravillosos que son, hay una gran desconfianza que viene de un daño alimentado por años de malas experiencias con lecturas obligatorias que nunca se llegan a comprender del todo, y ese daño no se repara con un entusiasmo visual por parte de los docentes; de hecho termina por banalizar el fomento lector en muchos casos. Entonces ¿cómo motivamos a los jóvenes a leer? Ya se negó en primer lugar que las lecturas complementarias sirvan, los clásicos no hacen más que alejarlos, las selecciones arduamente escogidas y pensadas no son comprendidas y el entusiasmo no genera una real confianza… ¿cómo entonces? Simple: escuchando.

Incluso así resulta una tarea complicada, porque se confunde el escuchar a las fuentes directas, que en este caso son los jóvenes que ya leen, con observar los fenómenos masivos, que muchas veces pueden diferir de lo que se quiere lograr, porque hay que pensar que si se toman en cuenta dichos fenómenos, vienen de un sector que alfabetizado y todo, sigue sin tener un hábito lector que le haga justicia. Se estudian a los jóvenes como si fueran especímenes extraños con los que no se pudieran entablar conversaciones, y muchas veces resulta ridículo observar un sector de la población que no lee y preguntarse por qué no lee en vez de dirigirse a ese sector que sí lee y  preguntarles cómo llegaron a formar el hábito. Con las redes sociales como medio de comunicación, las comunidades lectoras son enormes y se extienden a lo largo y ancho de todo el mundo, pero es más fácil si nos centramos en el sector angloparlante, lo que sería Latinoamérica y España. De las comunidades “nuevas” y más emblemáticas está Booktube, donde jóvenes se graban a sí mismos recomendando libros y hablando de ellos de diversas formas, muchas veces buscando excusas que parecen absurdas para comentar alguna obra que les gustó o desagradó, y se suben a la plataforma de youtube donde los más visitados pueden llegar a las varias miles de interacciones. Anterior al fenómeno de Booktube y todavía vigente, se encuentran los Blogs literarios, donde el sistema es el mismo pero escrito. Este último sí puede ser un medio menos atractivo para los no lectores (porque hay que leer), pero de todas formas funciona como una plataforma de interés para docentes, pues en la gran mayoría de los casos este tipo de blogs son llevados por jóvenes que quieren hablar de lo que leen, recomendar, criticar y socializar en torno a la lectura. Además de eso y por si fuera poco, incluso hay redes sociales dispuestas exclusivamente para las comunidades lectoras, entre las que predomina Goodreads, que a pesar de ser una web completamente en inglés, no es un limitante para que angloparlantes de todas las edades interactúen entre ellos comentando sus lecturas. No se necesitan realizar grandes esfuerzos para llegar a las respuestas y mucho menos cuando los espacios que se quieren trabajar son tan convencionales como la sala de clases de un establecimiento de cualquier lugar de Chile.
“Muchas veces, los adultos proyectamos en los alumnos un perfil de lector ideal, que no se corresponde con sus expectativas. Hablamos sobre los lectores que los alumnos «deberían ser», sin tomar en cuenta sus características propias. Incluso hablamos de la posibilidad de ‘lectores’, como si esa palabra recubriera un conjunto homogéneo. Aceptar la singularidad de cada lector implica considerar la motivación un factor determinante para asegurar un círculo virtuoso en el desarrollo de las habilidades en la lectura. Pero motivar no quiere decir que se trata de algo meramente entretenido y que no significa esfuerzo.” (Mineduc, 2015).
Los jóvenes quieren sentirse identificados con lo que leen, pero no con lo que los profesores quieren que se identifiquen. Recomendarles a adolescentes libros relacionados a las drogas, los excesos, la música y la familia, de forma tan explícita es reducir su mundo al cliché del joven que no tiene idea de cómo es el mundo real, asumir que el adolescente necesita ayuda cuando no la está pidiendo, cuando generalmente lo que más le gustaría es que escucharan lo que quiere, y eso, si no hay personas dispuestas a hacerlo, es un trabajo que los libros pueden suplir en la mayoría de los casos, porque hay que tener en cuenta que así como hay gente que no le gustan los deportes hay que aceptar que también habrán quienes no les gustará la lectura, pero al menos ese consenso debe ser postergado hasta después de haber intentado acercar un libro a un no lector. Si uno busca en youtube, pensando que la comunidad de Booktube es lo que actualmente resulta más atractivo, y busca recomendaciones de libros complementarios para el colegio, las encontrará, para todas las edades y de las fuentes directas, o sea, de jóvenes conectados a las tendencias. En blogs está demás decir que también existe ese tipo de información, pero la estrategia es evitar estas “webs especializadas”, e ir directamente a aquellos blogs más o menos bien valoradas dentro de las mismas comunidades lectoras y leer lo que tienen que decir al respecto, porque ellos viven y pululan en un universo rodeado de lecturas, ellos viven y son el fenómeno de la lectura en los jóvenes, fomentan la lectura de forma casi accidental y son tremendos mediadores porque en la mayoría de los casos cuando sus lecturas evolucionan, las de sus lectores van a la par. Y a estos lugares donde los docentes tienen que dirigirse, buscar herramientas y no ejercerlas ellos mismos sino que entregar los recursos y ver qué pasa. Han habido proyectos de Blogs escolares o canales de Booktube que fracasan porque todo es demasiado pauteado y forzado, porque en esos casos la mediación es demasiado invasiva y los docentes son una voz demasiado fuerte en el proyecto que acaba por menguar las ganas de hacer algo divertido, algo que puede que parta mal pero que tiene espacio para errores. Otras veces, debido a este mismo exceso de entusiasmo, de imitar ideas, no hay espacio para la experimentación y la evolución de los participantes, porque una vez más se está ignorando lo que el alumno quiere hacer y se está imponiendo lo que “debe ser” según el docente.

Nuevamente y para concluir: Absolutamente todos leemos. Pero nadie quiere leer algo impuesto, nadie quiere leer antes de que sea tiempo de leer, nadie quiere hacer alguna actividad sin motivación previa, y nadie quiere ser observado críticamente en un proceso de aprendizaje y juego. No se puede seguir subestimando al lector joven por lo que hace o lo que no. Si no lee, sus razones tendrá y la idea en ese tipo de casos no es cambiar de forma directa su mentalidad sino hacer de su contexto algo más amigable y que entregue herramientas y oportunidades para que el cambio lo realice él, no que le sea impuesto. Por supuesto toda esta crítica no busca martirizar a profesores y su rol como mediadores, pero sí criticar al sistema que quizá no le entrega las suficientes capacitaciones para comprender de todo a sus alumnos.* Si bien hay un compromiso por parte del estado por incentivar la lectura, gran parte de los panoramas está focalizada en entregar espacios de lectura a personas que sí leen, cosa que es excelente, pero sigue habiendo una deuda para motivar a los no lectores y eso no se cambia con una actividad de un día, sino que es un proceso entre el docente (pensando que probablemente en su entorno fuera del colegio no existen las condiciones suficientes para que se desarrolle como lector) y su capacidad de comprender al alumno. A veces la forma más fácil de incentivarlo es hacerle ver que sus lecturas tienen sentido, que su opinión sobre un libro será escuchada y no será una idea que se perderá en una prueba que pregunta por el color de las calcetas de la protagonista por sobre qué sensaciones causó dicha lectura, o si significó algo en lo absoluto. Otras formas son tan básicas como cambiar el formato de lo que se lee, como si la comprensión del medio sólo tuviera que ser a través de letras y las imágenes no tuvieran ningún valor, obviando el hecho de que en la actualidad estamos más rodeados por imágenes que de palabras; los prejuicios contra las novelas gráficas, comics, mangas, y diferentes formatos visuales de lecturas están entre infravalorados y estigmatizados, como si por haber menos palabras automáticamente la lectura se convirtiera en sencilla. El prejuicio de las novelas juveniles que causan furor entre los lectores más jóvenes, valga la redundancia, es tan grande, que los profesores a cargo temen que si un alumno sólo lee Harry Potter, entonces jamás leerá a Shakespeare y que si no lee a Shakespeare su vida estará acabada pues jamás conocerá la maravillosa literatura del siglo XVII, como si la literatura como materia fuera crucial en la vida de cada uno; con ese concepto, todos deberíamos ser expertos en ciencias, artes, deportes y cuanta materia exista, cuando muchos simplemente disfrutan de estas actividades como pasatiempo o hobby y nadie los juzga por su falta de profesionalismo. ¿Entonces por qué forzar también la lectura de forma tan académica? ¿Por qué no dejar que los alumnos se acerquen a los libros en todas sus formas? ¿Cuál es la manía de imponer ideas sobre la lectura cuando los libros deberían liberarnos de las imposiciones? Todos leemos en Chile, pero no todos quieren abrir los ojos y dejar de mirar a los jóvenes como entes superficiales incapaces de elegir por sí mismos sus propias lecturas y formarse de manera autónoma por el camino a la literatura. De hecho, cualquiera que se dedique a observar de forma detenida las comunidades literarias que tan mal vistas son, podría comprobar que muchas de las personas que la conforman son estudiantes o futuros estudiantes de literatura, pedagogías, periodismo, y carreras afines a las humanidades en general.

La adolescencia es un proceso formativo, y la música, el cine y la literatura son sus grandes acompañantes, pero estigmatizar todos estos medios, con los libros como muchas veces lo únicos y más importantes es desatender el punto de la formación en torno a un hábito cultural general. Alejandro Zambra (2015) dice:
“¿Cómo anular o siquiera enfrentar, no digamos ya combatir esa convicción de superioridad? Incluso si añoramos la inocencia o la infancia, surge la estridencia de estar hablando, aquí y ahora, recapitulando, impostando los procesos, precipitando el cierre, apurando conclusiones, disimulando los gerundios, como si de verdad fuéramos sólidos, como si ya estuviéramos hechos, formados. (...) Escribimos, ahora, como si no fuéramos a renegar de lo que pensamos, de lo que somos. Es mejor que sea esa la pulsión, porque de otro modo no escribiríamos, seguiríamos pegados en el silencio, pero no está de más recordar que cuando hablamos sobre la infancia o sobre la adolescencia exhibimos, antes que nada, nuestra implacable capacidad de olvido.”
Y no puede tener menos razón para dirigirse a los docentes y mediadores que gran parte de la veces caen en la absurda tendencia de juzgar al adolescente, reduciéndolo a caprichos, temiendo por su futuro pero tampoco aportando nada nuevo en su formación, la que está totalmente relacionada con su interacción con el medio; pero si en ese ambiente los objetos para convivir de forma plena, en este caso los libros, resultan ser herramientas hostiles e impositivas, ¿con qué ganas se transformará en primera opción de desarrollo integral? ¿cómo se va a formar un hábito desde la aversión? ¿una aversión que parte desde los mismos profesores, los principales mediadores con los que los no lectores conviven? Imposible.


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*ACLARACIÓN: En realidad sí es una critica a los profesores, pero no como profesores, sino como mediadores, que es una "especialización" aparte y que está nulamente desarrollada en las pedagogías (al menos en varias de las Ues tradicionales de Chile), ni siquiera se encuentra en Pedagogías de Lengua y Comunicación, donde debería ser fundamental. Respeto muchísimo la labor docente; mi ensayo es relacionado a la educación porque me fascina la materia y porque me encantaría dedicarme a eso algún día. Tengo clarisimo lo poco valorado que es ser profesor y lo difícil que es cumplir expectativas en un sistema que mide el aprendizaje en base a puntajes que no prueban más que la capacidad de memorizar materia que será eventualmente olvidada. Tampoco quiero explayarme de más con esto, como justificándome, porque no me arrepiento de nada, o sea, no dije nada que no sea cierto al menos (aunque mi profe me comentó, y cito textual: "A ratos se lleva el estilo al extremo y se es muy tajante (...)" así que lo siento por eso jeje). Quisiera compartirles un vídeo que vi hace unos días, de un productor musical español muy bacán, que se llama Jaime Altozano (x), en donde habla de su horrible experiencia en el sistema educativo y está relacionado a las formas de enseñar en general, que tiene que ver un poco con mi punto, en donde, insisto, el problema no es lo QUE se enseña sino COMO se enseña.

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BIBLIOGRAFÍA
  • • Indexmundi.com. (2018). Tasa de alfabetización - Comparación de Países. [en línea] Disponible en: https://www.indexmundi.com/g/r.aspx?c=ci&v=39&l=es [Consultado 22 Abr. 2018].
  • • Gallardo Álvares, I. (2006). La lectura de textos literarios en el colegio ¿Porqué no leen los estudiantes?. Revista Educación, [en línea] 30(1). Disponible en: http://file:///C:/Users/Acer/Downloads/1801-2785-1-SM.pdf [Consultado 23 Abr. 2018].
  • • Ministerio de Educación. (2015). La comunidad que lee, p.26. [En línea] Disponible: http://plandelectura.gob.cl/wp-content/uploads/2015/09/Lacomunidadquelee.pdf [Consultado 22 Abr. 2018]
  • • Zambra, A. (2015). El niño que enloqueció de amor (y otros niños). En II Seminario internacional ¿Qué leer? ¿Cómo leer? Lecturas de juventud (p. 147). Santiago. Disponible en https://media.mineduc.cl/wp-content/uploads/sites/28/2017/08/Actas-II-Seminario-Qu%C3%A9-Leer-C%C3%B3mo-Leer.pdf [Consultado 23 Abr. 2018]

2 comentarios:

  1. Desde luego una entrada muy polémica que dará mucho juego entre profesores y alumnos, sin duda.
    Que cada cual lea lo que le gusta.
    Besos.

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  2. Es una entrada muy polémica y en cierta medida encuentro razón en los puntos. Recuerdo que en el colegio detestaba la Literatura Chilena y Latina pero por los libros que me hacían leer.
    Ahora, desde que cursé una licenciatura en educación, veo desde otra perspectiva, los profesores también son los encargados de entregar un conocimiento base a los alumnos y siento que es la posibilidad de que estudiantes que no conocerán a ciertos autores si lo hagan.

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«Pues considero que aquella persona, caballero o señora, que no sabe apreciar el valor de una buena novela es completamente necio» Mr. Tilney.